En razón de lo dicho, quiero dar a conocer las reflexiones que su lectura me ha provocado.
En síntesis: Antorcha no está con el candidato de MORENA no solo por el trato infamante que le ha dispensado y le dispensa su gente, que pudiera pasarse por alto; sino también porque su crítica al régimen es parcial, equivocada en cierta medida y provocadora de una reacción nacional e internacional que no podrá enfrentar, como no pudieron Dilma Rousseff en Brasil, Cristina Fernández en Argentina y Correa en Ecuador. Antorcha busca un cambio para México pero no cosmético ni aventurero. Está consciente de que ese cambio solo lo puede llevar a cabo un pueblo organizado, politizado y decidido a todo por conquistar una vida mejor, y lleva 44 años trabajando en ello y para ello. Pero sabe que el éxito depende también, y mucho, de la correlación mundial de fuerzas entre el imperialismo guerrerista, voraz y enemigo de la paz mundial, y los países que piden un mundo multipolar, solidario, pacífico y con progreso compartido para todos los hombres y todos los pueblos.
Hay que prepararse bien para la lucha interna seria, que es la única que puede triunfar (no es causal que en América Latina solo Cuba y Venezuela estén en pie de lucha; solo ellos están apoyados por un pueblo organizado y consciente), y hay que estar atentos a la evolución de la correlación mundial. La conjunción de ambos factores será la señal segura para un cambio exitoso. Y mientras tanto, ¿qué? Mientras tanto, don Julio, hay que hacer caso al sabio consejo de Cristo “Dejad que los muertos entierren a sus muertos”. Así se explica sin contradicciones la posición electoral de Antorcha en esta coyuntura.
